En el primer semestre del año 2009, España exportó más de 400 millones de euros en material de defensa y de doble uso, un 64,5% más que en el mismo periodo del año anterior. Esta cifra, sin embargo, responde sólo a las exportaciones realizadas: las autorizadas casi triplican esta cifra y rondan los 1.100 millones.
El aumento de las exportaciones de armamento, por parte de España pero también de otros países, es preocupante en sí misma porque muestra un incremento del militarismo global. Cuando los países dedican grandes partidas presupuestarias a comprar armas, disponen de menos fondos para atender a necesidades básicas de sus poblaciones. Además, aunque las armas no son la causa de los conflictos, agravan su impacto e incrementan la posibilidad y gravedad de violaciones de los derechos humanos.
En el caso de España, más preocupante incluso que la cifra son algunos de los destinos. Hemos seguido exportando armas a países en conflicto o donde se violan los derechos humanos, como Colombia, Marruecos, Arabia Saudí, Pakistán, Tailandia o Sri Lanka. En cuanto a armas de caza y tiro deportivo y sus municiones, Ghana sigue apareciendo como un destino prioritario (le hemos vendido más de 15 millones de euros en este material desde 2004).
Sin embargo, el año pasado hubo un destino incluso más preocupante: Guinea Conakry. Este país recibió cartuchos de escopeta por valor de 1,48 millones de euros (y se autorizaron otro 1,9 millones). Todo ello a pesar de que hubo un golpe de Estado condenado por la comunidad internacional y una brutal represión. Este país tiene ahora un embargo de armas.
Las organizaciones que trabajamos este tema saludamos como un avance la aprobación hace dos años de la ley que regula las exportaciones de armas, ya que ha incorporado mejoras en transparencia y en control parlamentario. Pero para evitar que sigan dándose destinos preocupantes, es necesaria más voluntad política del Gobierno para aplicar la ley correctamente, algo que hasta ahora no se ha dado.
También sería útil que respondieran a algunas preguntas: ¿Con qué criterios se interpreta la situación en los países de destino? ¿Qué informes consultan a la hora de autorizar exportaciones? ¿Qué garantías reciben sobre el uso y destino final de las armas? A todo esto debería responder un Gobierno que siempre ha hecho alarde de apostar por la paz pero que, a veces, parece poner por encima de esto los intereses y beneficios de las empresas.
Mabel González Bustelo es responsable de la campaña de Conflictos y Medio Ambiente.
Es un negocio redondo, es mas, por si faltaba poco ya se juega a la guerra en una misma ciudad Europea como Oostende (Belgica) y como en un video juego, la armada con tanques soldados y muchos tiros de fogeo se lanzan a la calle para asustar a gente pacifica como yo; y a alentar a los violentos encubiertos…. (fingen un ataque o defensa como quieran llamarlo) y si no sabias nada de antemano tienes una pelicula en vivo solo que no son actores sino soldaditos con armas de verdad. Todo un espectaculo para los jovenes quienes veran las armas y la guerra como algo normal y sus vidas. Asombroso pero cierto!!!
pero lo mas indignante es que ahora nadie toca cacerolas, ni sale el colectivo de artistas progres con pancartas, ni nadie dice nada, esto huele a podrido,
CREO QUE LA PAZ ES NECESARIA EN EL MUNDO.
[…] blog de Greenpeace ha reavivado un tema tabú peninsular. La venta de armas es una importante y creciente fuente de […]
Se escapa de mi conocimiento la razón por las que unos gobiernos venden arma a otros a no ser que el il dinero sea tan importante. Pero si tuviese que escoger entre el dinero y un mundo en paz y ar monia me quedaría con la segunda opción. Guerra genera guerra y Paz genera Paz eso es así.
Es una pena que a lo largo de la historia, el motor de la economía haya sido en la mayoría de las ocasiones, el poder militar para imponer un pueblo sobre otro, una cultura sobre otra
Este país tiene éxito justo en aquellos asuntos en los que no debería tenerlo. Soy muy pesimista respecto al futuro, pero eso no quiere decir que debamos dejar de denunciar lo que sabemos que está mal.