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Archive for 21 de septiembre de 2009

ageofstupidAño 2055. Junto a un campo de refugiados en un ártico sin hielo, un hombre mira al pasado  preguntándose por qué la humanidad no hizo nada para detener el cambio climático cuando todavía estaba a tiempo. Y busca la respuesta en un archivo de documentales. Es el argumento de The Age of Stupid, que el 21 y 22 de septiembre se estrena simultáneamente en 40 países, incluyendo el nuestro. El estreno coincide con la apertura de la semana de sesiones sobre el clima de la Asamblea General de la ONU, con la mirada puesta a la próxima Conferencia de las Partes del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que tendrá lugar diciembre en Copenhague.

De Copenhague tiene que salir el sucesor del Protocolo de Kioto, que caduca el año 2012. El aumento sin tregua de las emisiones a lo largo de la última década (a pesar de Kioto) y la magnificación del cambio climático a ojos vista (de la mano de efectos de retroalimentación y de interacciones que los científicos no habían ni imaginado hacetan sólo cinco años) señala la necesidad imperiosa de que las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEH) dejen de crecer en el 2015, y que a partir de aquel momento bajen rápidamente. Para ello hace falta que, aparte de financiar los países empobrecidos a fin de que puedan desarrollar energías limpias, adaptarse a los efectos ya inevitables del cambio climático y detener la deforestación, los países ricos se comprometan a descender sus emisiones en un 40% para el año 2020.

Dilapidar Copenhague equivaldría a duplicar los intereses de nuestra hipoteca. No actuar inmediatamente para disminuir las emisiones, también.Hay que empezar a hacerlo ya, hay que transformar de forma acelerada nuestro sistema eléctrico, nuestra movilidad, nuestra alimentación. … Y hay que combinar el diseño óptimo de un futuro energético con el abandono urgente de nuestra dependencia actual de los combustibles fósiles. Hay que construir urgentemente una gran red de parques eólicos, centrales termoeléctricas , grandes huertas solares y otras centrales eléctricas renovables que nos permitan cerrar las nucleares y prescindir, primero, del carbón, y acto seguido del petróleo y del gas natural, a la vez que preparar la era de la energía renovable más distribuida. Pero el más urgente es que hace falta que comprendamos, todos, la imperiosa necesidad de hacer frente a la amenaza de que día a día se anuncia a la comunidad científica y en los informativos.

«Es como observar con primáticos a la gente de una playa lejana, corriente en círculos, atentos sólo al pequeño trozo de arena bajo sus pies, mientras un tsunami avanza», nos dice el protagonista de The Age of Stupid. De buen seguro observaría gobiernos de izquierdas apostando por nuevas autovías, puertos ampliados y un aeropuerto para cada capital, y basando su planificación eléctrica en el gas natural; fabricantes de coches vendiendo como «verdes» vehículos que se ajustan a una ley que ellos mismos han aguado; edificios emblemáticos que desperdician la energía que podrían captar de su entorno o hacen del derroche energético un elemento «cool»…y organizaciones conservacionistas oponiéndose a desarrollos eólicos por razones puramente paisajísticas y de especulación.

Mientras tanto, el tsunami prosigue su avance.

Anna Rosa Martínez,
Delegada en Barcelona de Greenpeace España.

HOY ESTRENO de «The Age of stupid». Consulta los horarios y no te lo pierdas

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endesapancartablogLa Patagonia chilena está en peligro. La empresa eléctrica Endesa – hoy propiedad de la italiana Enel – proyecta construir, a través del consorcio Hidroaysen, cinco grandes presas que afectarían gravemente a sus ecosistemas.  Los megaproyectos hidroeléctricos de Endesa, que con sus inundaciones  de territorio y obras anexas, destruirían cuencas de valor ambiental incalculable, contribuirían a la extinción de especies como el huemul, emblema de Chile, y afectarían una de las reservas de agua dulce más importantes del mundo. Estos proyectos van asociados a la construcción de una enorme línea eléctrica  de más de 2.235 kilómetros de cables, que recorrería la distancia entre la región de Aysén y Santiago,  atravesando numerosos espacios naturales protegidos, para inyectar más energía ‘barata’ a la ya saturada y sobrepoblada capital de aquel país.
 
La Patagonia chilena es una referencia global entre los grandes espacios naturales. Por ello desde hace años se ha puesto en marcha una campaña global para preservar sus valores naturales, y evitar la destrucción de sus ecosistemas. Precisamente las gentes de Aysén,  la región de Chile en que se ubicarían las grandes presas, apostaron  por un modelo de desarrollo diferente en el que no caben proyectos como los de Endesa. Lo llamaron «Aysén, Reserva de vida». Hoy ese modelo se encuentra gravemente amenazado por los megaproyectos faraónicos de Endesa. Además, una vez construida la línea, sería el final de una Patagonia bien preservada, ya que a estos proyectos seguirían otros.
 
La protesta contra estos proyectos que nació en Aysén, ha saltado el charco y se ha extendido por todos los rincones del mundo. También a España.
 
Por eso el pasado 21 de julio cuatro activistas de Greenpeace descolgaron una pancarta en la que se leía: «Buenos días Endesa, si de verdad te preocupan los hijos de tus hijos, no destruyas la Patagonia chilena». Precisamente en la misma se hacía referencia a la campaña publicitaria de Endesa que hablaba de la sostenibilidad. Los hechos transcurrieron de manera pacífica.
 
Ahora Endesa reclama para cada uno de los activistas de Greenpeace penas que alcanzan los 3 años y ocho meses de prisión. En total 14 años y ocho meses de cárcel por descolgar una pancarta. Además de multas millonarias.
 
No cabe duda de que con ello ENDESA pretende intimidar a la oposición y acallar las voces críticas. Es la táctica habitual de las grandes empresas. En todo caso no lo va a conseguir. Pero no cabe duda de que establece un salto cualitativo en la represión de la protesta pacífica en defensa del medio ambiente en España. Habrá que recordar una vez más que la Constitución Española reconoce el derecho ciudadano a alzar la voz en defensa del medio ambiente, por más que a Endesa no parece gustarle.
 
Juan Lopez de Uralde
Director Ejecutivo de Greenpeace España

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